Viaje a Oriente
  
En el último viaje de trabajo a Oriente, me pasaron unas cosas medio extrañas. El viaje lo hice con un compañero de trabajo oriental dado que sabía moverse en esa sociedad. La estancia en el lugar y las cuestiones laborales y sociales no fueron problema alguno, lo extraño es la forma en que nos tocó alojarnos.

La habítación la compartíamos con una familia de cuatro elementos, esposo, esposa y dos hijos. Los seis dormíamos en la misma habitación, ellos cuatro en una misma cama y nosotros, cada uno en una especie de futón.

Aún así las relaciones fueron cordiales y hasta nos acostumbramos al hecho y a otras rarezas no propias de una habitación compartida, como por ejemplo, cuando los niños se metían al baño a tomar una ducha, los papás tenían relaciones íntimas aún estando nosotros en la habitación, al principio nos pareció un poco incómodo, después nos acostumbramos.

Tres semanas después de estar trabajando intensamente, llegó el día de regresar a casa. Nos despedimos cordialmente de la familia y nos dirigimos al aeropuerto para que una vez hechos los trámites y esperas obligatorios nos subieramos a uno de esos mega-aviones que cruzan el pacífico y que hacen escala en Los Angeles, en donde se quedaba mi compañero de trabajo y desde donde yo seguiría, en otro avión, mi rumbo a Dallas y, después de una estancia de 2 días, volar a Caracas.

Sin embargo, los vuelos posteriores los perdería por lo que sucedió a continuación.

Una vez en el vuelo nos dimos cuenta que iríamos separados mi compañero y yo. Yo tendría como compañía a una dama entrada en años, con acento fuertemente británico por lo que deduje que era de allá, un poco obesa, tez blanca, cabello amarillo, con tonos blancos y labios pintados de un rojo exageradamente intenso.

Me saludó muy cortésmente cuando llegué y procedimos a acomodarnos. Dado que el vuelo es intercontinental, la compañía aplica una regla interna de que debemos viajar en primera clase. Les agradecía internamente esa regla ya que en la clase turista en los aviones de aerolíneas orientales los asientos están demasiado pegados los unos con los otros, las rodillas quedan muy justas contra el asiento delantero.

Después de que todos los pasajeros abordaron, se procedió a la rutina de siempre de la verificación de la partida de vuelo y los anuncios de seguridad para posteriormente por fin despegar. Intenté descansar tratando de hipnotizarme con ese rumor constante e inevitable con el que los aviones siempre conviven cuando están en vuelo. Pude dormir por un lapso de tiempo que no supe determinar y que fue bruscamente terminado, no por ruido, sino todo lo contrario.

Como decía, me despertó no un ruido sino la ausencia de éste volteé a ver a mi acompañante y ella se estaba asomando por la ventanilla. No recordaba ningún vuelo donde el ruido de los aviones se mitigara al nivel que el mismo desapareciera, ni siquiera con los audífonos canceladores de ruidos externos, los amortiguan pero no los eliminan.

La señora volteó a verme y su rostro, ya de por sí blanco, se había convertido en un color blanco innatural y me dijo en inglés

-We are going to die!
-What’s going on? -le pregunté.
-The engines are not working, they stopped working like 4 or 5 minutes ago. I think the plane is just gliding.

Al observar a mi alrededor, noté que todos los pasajeros estaban igual de alarmados. El avión estaba cayendo en un planeo largo hacía el mar. Me imaginaba que los pilotos ya habían reportado el asunto y estaban en la cabina luchando frenéticamente por poner los motores a funcionar.

Conforme pasaba el tiempo, los pasajeros comenzaron a mostrarse más nerviosos, algunos empezaron a llorar y otros a rezar.

La señora que está a mi lado me dice, sin dejar de observar por la ventana .

-I can see the sea, we are approaching to the water!

Me asomé por sobre su hombro y efectivamente se veía el mar, aún con aquella oscuridad que se aprecia cuando el atardecer y el anochecer están abrazándose.

Me senté correctamente en mi puesto, me abroché el cinturón y me quedé mirando al frente, no pude evitar que un sudor frío recorriera mi frente, un miedo profundo me impedía moverme, sólo esperaba que mi vida me pasara en un instante por mi mente como cuando dicen que sucede cuando se está muy cerca de la muerte. En eso se escuchó en el altavoz la voz del piloto, lo que ocasionó que volviera a la realidad tan dramática que estábamos viviendo.

-Flight attendant, please prepare the cabin for a rough landing.

Después de que se nos dieron las indicaciones muy apresuradas y todos procedimos a colocarnos los chalecos salvavidas, algunos distraídos cometieron la imprudencia de inflarlos en su lugar pero que importaba, de todos modos estaba yo seguro que nadie la iba a librar. Quedamos listos para lo que siguiere. Cuando la gente empezaba a llorar y otros a rezar más fuertemente se escuchó nuevamente por el altavoz

-Embrace for impact!

Entonces la señora del lado derecho se volteó, me miró y se aproximó a mí diciendo

-Kiss me please!

Sacando la lengua y moviéndola con avidez, mientras aproximaba a mi. Me olvidé del miedo, me traté de alejar de ella y cerré los ojos con cierto asco.

Cuando los abrí tenía a Lola sobre mi pecho lengueteándome la cara, siempre a las 5 y media de la mañana hace eso pues es la hora en que le da la gana de desayunar.

Me levanté rápidamente de la cama, lo que nunca, y fui y le di doble ración de comida por haberme salvado la vida y después le di doble barra de premio por haber evitado que me besara la británica. Lola se me quedaba viendo como diciendo

-¡Y ahora! ¿Qué le pasa a éste individuo?

Hasta el día de hoy no recuerdo qué fue lo que cené y que me llevó a tener semejante sueño tan fumado.